Frente a la Araucanía, más honestidad
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n entrevista con este diario ayer, la ministra de Agricultura se explayó sobre su mirada de la situación en La Araucanía, adonde estuvo hace pocos días. Entendiendo que su gestión a lo más durará otros 11 meses, y que su cartera no está en lo medular de los intentos para desactivar la violencia en la región, la ministra entregó definiciones claras y honestas sobre una problemática contra la que han chocado sucesivos gobiernos sin impedir su escalada. Definiciones que bien podrían informar mejor la comprensión del mundo político de cara a un nuevo ciclo electoral y la inevitable necesidad de abordar lo que ocurre en esa zona del país.
En su llamado al diálogo la secretaria de Estado une su voz a las de otros actores que lamentan un tensionamiento del clima social que hace muy difícil, si no imposible, el intercambio constructivo, justamente cuando más se necesita. Menos frecuente es su reconocimiento de que una de las principales y más longevas políticas para enfrentar el conflicto en La Araucanía -el traspaso de tierras a comunidades indígenas- no ha logrado lo central de su objetivo: “Hay comunidades que tienen tierras, pero siguen sin estar desarrollados y necesitan apoyos, (…) ha habido restituciones de tierra y la temperatura no baja”.
Peor aun, pese a sus escasos resultados, la entrega de más tierras ha sido una constante promesa de políticos de variados sectores, lo que parece un engaño a las comunidades indígenas, a los electores y al Estado. Desde luego, ello aviva todavía más la frustración y el enojo que aprovechan como justificación quien usan el terrorismo en nombre de una pretendida “causa mapuche”.
Ese clima también se nutre de una realidad innegable, que es la situación de pobreza de más de la mitad de la población rural de La Araucanía (“Hay problemas de viviendas, de caminos, de aguas, de cómo producimos”, recalca la ministra).
Es esa complejidad la que, irresponsablemente, han rehuido enfrentar autoridades y políticos por más de 20 años. El precio lo han pagado La Araucanía y todos sus habitantes.